Cuidados del pie equino


«Sin pie no hay caballo» reza un viejo proverbio inglés.

O la historia del reino que se pierde por una herradura que se sale. ( «Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo» en la obra Ricardo III de Shakespeare)

Quizás nuestra vida moderna no depende tanto de la salud de nuestro caballo, o de su pie en particular. Pero vaya si fue importante apenas 100 años atrás. (Mis abuelas eran niñas o bebas recién nacidas, así que, ¿no es tanto tiempo, o si?)

Y aunque hoy día el caballo ( o yegua, no nos vamos a poner quisquillosos por tema de género ahora, cierto?) no es de vital importancia en nuestra vidas, si debemos coincidir que, tanto para los que disfrutamos de los equinos en tareas deportivas o recreativas, como en la no tan pequeña minoría que aún utiliza al yeguarizo como medio de trabajo, tener que parar un animal por problemas de pie, nos significa un gran contratiempo, malhumor y costo económico, por que no decirlo.

Ya he comentado en blogs anteriores la importancia de un correcto aplomo a la hora de elegir un animal. Muchas veces los problemas de pie vienen como consecuencia de aplomos deficientes. Si, por la causa que fuere, ya poseemos un animal con aplomos no muy correctos, pues es hora de trabajar codo a codo con nuestro herrero de confianza para evitar males mayores.

Si hablamos de caballos con aplomos no muy correctos, es importante señalar que, salvo potrillos de alrededor de seis meses de edad, cuyo esqueleto aun no esta totalmente calcificado, no es aconsejable modificar sus aplomos de manera tal que quede con » aplomos correctos». Por el contrario, lo aconsejable en animales jóvenes y adultos es «respetar» los aplomos que tiene, evitando en lo posible que se exageren los desvíos de aplomo. Por ejemplo, si tenemos un animal «chueco para afuera» evitaremos tratar de enderezarlo, y el trabajo del equipo de herrero y veterinario será evitar que cada herraje que pase el caballo se haga más chueco hacia afuera. Es por eso que al momento de herrar o aplomar un equino, se tome todo el tiempo necesario, sin apuros ni apremios.

Otras veces vienen como consecuencia de cuidados deficientes. Herrajes que se «estiran», cascos que no se engrasan, no se lavan o directamente no se limpian, cascos quebradizos sin cuidados, etc. Las variantes son muchas, el resultado final es cada siempre el mismo, un animal parado, con dolor, y un propietario malhumorado.

Los problemas del pie son muchos y variados, comenzando por el casco en si (o vaso), el corion, el aparato podotroclear o navicular, problemas de irrigación, articulares y óseos entre otros.
Muchos son importantes, no todos son frecuentes.

Vamos a referirnos brevemente a algunos de ellos:

Barro Negro: sin temor a equivocarme en animales a campo, sobre todo en épocas de mucho barro, la lesión que más frecuentemente se presenta es el barro negro o broca. Si bien parece algo misterioso, en realidad no es mas que la presencia de pus en la pared del casco. Tiene como característica que es una lesión que puede persistir por mucho tiempo con el animal claudicando. De hecho, muchas veces pareciera que hubiera una fractura en el pie equino. Sin embargo al sacar una placa radiográfica, dicha lesión no aparece. La parte buena del asunto es que una vez que se abre hacia el exterior, la claudicación cesa casi por completo. Una buena técnica para favorecer la abertura de la broca, es adelgazar la pared de la palma del casco, por un lado, así como realizar fomentos con agua tibia y algún desinfectante, yo personalmente prefiero el cloroxilenol (Espadol) acompañado de un poco de DMSO, dos a tres veces por día. Rara vez fracasa este procedimiento si se lo practica con constancia. Asociado al tratamiento externo, es recomendable realizar una profilaxis antimicrobiana, con antibióticos de amplio espectro como las oxitetraciclinas, o con antibióticos combinados como ser penicilina – estreptomicina, asociado a algún tipo de antiinflamatorios como fenilbutazona, meglumina de flunixin, o ketoprofeno.

Clavo arrimado: si bien no es una entidad de muy frecuente aparición, si es sumamente dolorosa. Tiene la ventaja en cuanto al diagnóstico, en que se produce generalmente en los días cercanos al descase y/o herraje, por lo que debería ser la primer sospecha en estos casos. En la mayoría de los casos es suficiente con retirar el clavo en cuestión y proceder a desinfectar la zona, para observar una franca mejoría entre el primer y tercer día de removido el clavo.

Herida punzante: se diferencia con el caso anterior en que no esta necesariamente asociado al momento del herraje. Es importante en estos casos buscar siempre el punto de entrada, ya que el pronostico varía de acuerdo a la zona en que se introduce el objeto punzante. Es importante también en estos casos agregar a la terapia antimicrobiana, principalmente con penicilinas, el uso de suero antitetánico en caso que no se esté seguro de la fecha de la última aplicación de la vacuna antitetánica.

Espero que este artículo les sea útil, y lo continuaremos en futuras entregas.

Recuerden que este sitio es solo una guía y de ninguna forma suplanta la actividad de su Médico Veterinario de cabecera.

Un saludo y hasta la próxima entrega.

Atte. Dr. Abel F. Bacigalupe