El Cordobés


Hoy te quiero contar la historia del «Cordobés

El «Cordobés” era un caballo de equitación que yo comencé a atender allá por el 2005 o 2006. Ya era un caballo adulto no recuerdo si de 10 o 12 años. Había sido el caballo de un jinete de Campo de Mayo y llego a sus nuevas propietarias por esas cosas de la vida. La verdad que lo cuidaban y mimaban a mas no poder a pesar de que había días en que el noble equino no tenia el mejor de los caracteres.

Lo utilizaron unos cuantos años para hacer salto y adiestramiento, pero por razones que no vienen al caso lo decidieron jubilar y retirar a un campo.

Muchas cosas sucedieron desde entonces. 

Una vez, ya jubilado, me llamaron para que lo fuera a ver, ya que le costaba moverse desde el amanecer. Cuando llegue la verdad es que había perdido buena parte de su masa corporal y se movía lentamente apoyándose en uno de sus miembros. Aparentemente, a su artrosis se le había sumado un traumatismo que lo desestabilizó. Lo atendí, lo mediqué y en menos de una semana había mejorado notablemente. Fuero necesarias dos visitas más para dejarlo completamente sano.

Sin embargo el primero de mayo todo cambió. El Cordobés había amanecido triste, apenas comía o tomaba agua. Cuando llegué era bastante evidente que estaba desarrollando un cuadro de cólico.

Como tantas otras veces, llegué al campo, lo evalué, diagnostiqué y llegué a un diagnostico de cólico por empastamiento. El tratamiento fue el de rutina, medicación para calmarlo y aplacar el dolor, espasmolíticos, antiflatulentos y lavaje estomacal, finalizando con la administración de aceite.

Al finalizar el procedimiento el Cordobés se encontraba mucho mejor por lo que decidimos dejarlo descansar y evaluar como evolucionaba.

Al otro día, amaneció con alguna boñigas de bosta fresca, pero aun seguía un poco apagado de animo. Siguió así hasta las 2 de la tarde en donde vuelve a estar molesto. Allí decido nuevamente volver al campo y revisarlo in situ.

Si bien estaba molesto, ya no se palpaban las boñigas aunque se encontraba ligeramente deshidratado. Es entonces donde decidimos reforzar la hidratación con suero de solución fisiológica, maniobra que lo pone nuevamente de un muy buen animo.

Los días siguientes el cuadro no varió mucho. Orinaba y bosteaba pero aun se lo notaba ligeramente molesto. Dado que era fin de semana, y de un feriado puente, y que el cuadro no revestía gravedad dado los síntomas, decidimos que el lunes a primera hora lo volvería a ver para reajustar el tratamiento.

Lamentablemente el lunes por la mañana me informan que el Cordobés no había pasado a noche 😢. Si bien, en un principio, me tomó de sorpresa, la verdad es que este desenlace no era del todo inesperable. El Cordobés era un animal geronte, con un soplo cardíaco importante desde hacia más de tres años, que había sorteado victorioso otras dificultades, pero esta había sido su última batalla. 

A pesar del dolor, debo reconocer que el Cordobés me permitió conocer a dos personas excepcionales como son Natalia y Silvana, sus propietarias ❤️, que jamás bajaron los brazos, siempre estuvieron pendientes del Cordobés, y a quienes siempre les he reconocido hacer todo lo humana y económicamente posible por un caballo jubilado, al cual le dieron todo su amor y le brindaron la mejor atención hasta el final de sus días.

¿Por qué te estoy contando esto?

Porque es lindo hablar y contar anécdotas de los caballos y las yeguas que están en actividad, ya sea deportiva o reproductiva. Generalmente son anécdotas o historias agradables y con final feliz. Pero pocas veces contamos las historias de los animales que se encuentran retirados.

Es cierto que salvo que el propietario tenga un campo, es bastante difícil que el mismo mantenga un animal hasta el final de sus días, ya sea por costo o por el tiempo que insume cuidar un caballo que entra en la vejez.

Sin embargo, hay excepciones y esta es una de ellas. A pesar de que no lo criaron, que lo adquirieron de grande y que lo usaron relativamente poco tiempo, nunca se despreocuparon de él y se siguieron ocupando hasta el último día de su vida, tanto desde lo económico, como desde lo emocional, yendo periódicamente a verlo o a llevarle zanahorias. 

Es más, la dueña del campo me contó en una oportunidad, que lo utilizaban en la escuelita, y no por falta de animales, sino porque se daban cuenta que el caballo extrañaba las clases con los chicos, entonces para que no se deprima, se lo montaba una vez por semana en la escuelita con alguna alumna liviana. Después recibía su zanahoria y los mimos que se había ganado.

Te cuento esta historia para inspirarte y para que sepas que no todos los finales son tristes cuando ya no puedes formar un binomio con tu caballo, siempre podrás ELEGIR cuidar de él y preocuparte, tanto, por su salud física como emocional.

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Un saludo y hasta la próxima.

Esp. Abel F. Bacigalupe

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