Menos de mil días para pasar de no saber nada de caballos a ser criador.
Como habrás leído en la primera de estas series de blogs, antes de empezar a trabajar con animales no tenía casi contacto con los animales en general y con los caballos en particular.
Sin embargo todo eso cambió ni bien entre a la facultad. En realidad el cambio más grande ocurrió dos años después cuando una tía me preguntó si estaba interesado en empezar a trabajar con caballos de carrera. Obviamente le dije que si (cualquier actividad que me acercara a trabajar con caballos era bienvenida) y me acerqué al hipódromo de San Isidro a ver de que se trataba eso.
Transcurrido un tiempo de estar trabajando (ad honorem), en realidad algunos meses, mi padre decide comprar un campito para desarrollar alguna actividad y casi de inmediato le propuse instalar un haras. De más está decir que de cría, no sabía nada de nada. Pero en menos de dos años ya estaba criando, buscando padrillos, aprendiendo de sangres y genética, haciendo cursos de crianza y producción, todo esto mientras seguía estudiando.
De más está decir que tuve mucha ayuda de la gente del turf que me rodeada, desde ofrecerme padrillos y yeguas madres para empezar la actividad, hasta como hacer pasturas, cuándo y donde comprar alimentos y cama, contactos con proveedores y transportistas. En fin me ofrecieron una ayuda que seguramente no podría haber pagado en dinero.
En dos años ya tenia mis primeros potrillos, en cinco ya tenia un plantel de yegua madres más que interesantes (alrededor de 36) y 5 padrillos a disposición para dar servicios a mi gusto y necesidad. Y lo mejor de todo esto es que no necesité poner un solo peso en adquirir esos animales. Si tuve que hacer concesiones, criar potrillos ajenos, en fin, no tuve que desembolsar plata de forma directa, pero así y todo en menos de diez años ya estaba seleccionando que madres dejar, cuales adquirir, preparando los productos para llevar a remates o vender los que tenía en cuida.
A que voy con todo esto, y como puede ayudarte a vos.
Por un lado no hace falta que sepas todo antes de arrancar y obviamente puedes ir aprendiendo sobre la marcha. Muchas veces el querer saber todo es solo una excusa para postergar, o como se dice ahora “Procastinar” cuando en realidad debemos ser conscientes que NUNCA vamos a saber todo, siempre vamos a estar en continuo aprendizaje. Entonces da el primer paso, y a medida que avanzas perfecciona tus habilidades y saberes.
Por el otro, desde el momento que arrancas, siempre va a aparecer gente que va a intentar ayudarte, de las más diversas formas. No toda ayuda que recibas te va a servir en ese instante, pero no la rechaces. Al principio escucha, aprende y pon en práctica lo aprendido y más tarde, con el tiempo, vas a ir formando tu propio criterio que te permita decidir por que camino ir y por donde no.
Se que hoy mil días te pueden parecer una eternidad, pero te puedo asegurar que si haces lo que te gusta y lo que te apasiona, mil días pasan volando. Y quizás esa tampoco sea tu medida de aprendizaje, quizás seas mucho más despierto que yo y lo consigas antes. Por el contrario, puede que te lleve más tempo, pero en realidad ¿Importa mucho el tiempo cuando haces lo que te apasiona? Te puedo asegurar que no.
Empieza y avanza, que el resto va a venir solo.
Y recuerda: Nada es imposible (si no te rindes) Si te caes, muchos te ayudarán a levantarte, pero ninguno se levantará por ti.
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Atte. Esp. Abel F. Bacigalupe
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