No cometas este error desafortunado


Así como existen los “MAESTROS HERREROS” también están personas “PONECLAVOS”.

¿Quiénes son ellos?

Son individuos que, ya sea porque hicieron algún curso, o son audaces, se dedican a desvasar y cambiar las herraduras de los caballos.

Por lo general cobran más barato y se abocan a hacer número. Es decir que herran una gran cantidad de yeguarizos en muy escaso tiempo.

¿Cuál es el inconveniente?

Que no en pocas oportunidades no saben aplomar, achican cascos, dejan los vasos desparejos y cientos de trastornos más.

Como consecuencia, lo que a primera vista parece una ventaja («Me ahorro dinero»), con el tiempo se transforma en un dolor de cabezas importante.

No me malinterpretes.

No estoy diciendo que sean malas personas o que de manera deliberada desean arruinar un caballo o causarles daño.

La gran mayoría de las veces no son conscientes del mal que están haciendo.

Sin embargo, las consecuencias son desastrosas.

Las sufre tu caballo en su pie y en todo su cuerpo.

Y lo experimentas vos, con pérdidas de tiempo, dinero y enormes frustraciones.

No hace mucho, me toco sufrir la “tarea” de uno de ellos.

“Trabaja” solo.

Hizo un curso en la escuela de herradores.

Y además realiza otras actividades, ajenas a la profesión.

Pero las consecuencias fueron catastróficas.

Caballos que fracasan, o peor aún, no pueden correr porque quedan mancos o rengos luego del herraje.

Cascos degradados, entrecuerdas doloridas, luxaciones.

Jockeys y vareadores que se quejan a cada rato de algias que no ceden.

Frustraciones de veterinarios porque solo puede empachar las consecuencias, pero no arreglar el problema de base, que son los aplomos defectuosos, desvasado excesivo o clavos mal colocados.

Enojo del cuidador, entrenador y propietarios porque está perdiendo tiempo y dinero, pasan los meses y su caballo sigue igual.

En estas circunstancias, es inevitable que empiecen a rodar cabezas.

A menos que todo el equipo pongan las barbas en remojo, localicen la falla y la corrijan.

Como dice el viejo proverbio “Sin pie no hay caballo”.

Conclusión, tuvo que regresar el herrero anterior (que cobra más caro) y volver a acomodar a todos los ejemplares.

A la larga, lo barato salió MUY caro.

En menos de 40 días, los animales habían sanado, descansaban más, comían mejor y sus performances volvieron a ser las habituales.

Si no tenés herrero, y tenés que buscar uno, hazlo con conciencia.

Que sea honesto, que sepa lo que hace y que pueda venir cuando lo requieras.

Te aseguro que todo lo que inviertas en él, lo ganarás en tranquilidad.

Si aún no sabes como darte cuenta si tu caballo está enfermo, te ofrezco una GUÍA que te brindará, en menos de cinco minutos, las claves para que puedas saber si tu caballo está sano o enfermo y actuar en consecuencia.

 

Abel Bacigalupe

Especialista en Educación Universitaria con Orientación en Ciencias Veterinarias y Biológicas