No lo podía creer hasta que lo ví


Muchos años atrás, (en el siglo pasado) cuando recién comenzaba a hacer mis primeros palotes en la actividad veterinaria me tocó presenciar la historia de “FAIR MIRAGE”

 

Este picaso, zaino negro, pico, cabos y 4 cascos blancos era un caballo complicado.

 

Cada vez que lo herraban, quedaba manco perdido por 2 a 3 jornadas seguidas, y por consiguiente se atrasaba otros tantos días de entrenamiento.

 

No había caso. Cada herraje era un drama. No importaba si le sacaban poco casco, si lo herraban a fuego, si lo clavaban bajito.

 

Siempre, quedaba claudicando. Es más, las últimas veces se alcanzaba y se lastimaba en las cañas.

 

Decidieron entonces hablar el cuidador, el veterinario y el herrero y acordaron realizar una interconsulta con otro herrero.

 

En ese momento llamaron a un maestro herrero que se había jubilado hacía tiempo.

 

Eran dos hermanos que solían trabajar juntos. Uno ya había fallecido, y este rondaría los 80 años.

 

Bajito, flaco, algo encorvado.

 

Parecía que la primera ráfaga lo llevaría por los aires.

 

Al llegar que ya no estaba en condiciones de herrar de manera frecuente. Pero que si iba a solucionar “nuestro” problema.

 

Me quedé cuando comenzó a trabajar, para ver como era su labor.

 

La verdad es que no era la primera vez que veía actuar a un herrero.

 

En ese entonces yo ya estaba criando mis propios caballos Sangre Pura de Carreras (o Sangre Pura Inglesa) y cada 30 días llevaba a dos de ellos con el fin de desvasar a las madres, los potrillos y los padrillos.

 

Sin embargo lo que vi en ese momento me abrió los ojos para siempre.

 

Esta persona comenzó a trabajar con el caballo.

 

Lo primero que hizo, fue observarlo desde todos los ángulos, sin moverse.

 

Luego lo miraba caminar, lo paraba y le sacaba muy poco uña de una zona específica.

 

De nuevo lo enviaba a andar, lo evaluaba y repetía la operación.

 

Así con los cuatro cascos.

 

Con frecuencia, el desvase, higiene y herrado completo no tarda más de 20 a 30 minutos.

 

En este caso el trabajo demoró más de 3 horas.

 

Con paciencia, sabiduría y arte, el MAESTRO HERRERO (así con mayúsculas) se tomó una mañana entera, solo para aplomar a “FAIR MIRAGE”.

 

Como cereza de la torta dejó otra máxima.

 

“A este caballo le van a respetar el aplomo y jamás lo vuelven a herrar»

 

Juntó sus cosas y se fue.

 

¿Sabes qué?

 

Nunca más se volvió a tocar, y los cascos con el tiempo adquirieron una tenacidad pocas veces vista.

 

Reconozco que no lo volví a ver. Pero la enseñanza que me dejó es invaluable.

 

Es lamentable, que la escuela de herreros esté casi extinta.

 

Lo que sabían esas personas era inconmensurable.

 

Pero la mayor enseñanza fue, que los dogmas son para las religiones.

 

Si amas lo que haces y te perfeccionas a diario, pocas son las cosas que no podrás alcanzar.

 

Si necesitas ayuda, envíame un WhatsApp y buscaremos juntos la solución.

 

Abel Bacigalupe

Especialista en Educación Universitaria con Orientación en Ciencias Veterinarias y Biológicas