Revisionismo histórico


No sé desde donde me estás leyendo en este momento.

Si vivís en zonas metropolitanas, puede ser que no sepas o tengas conocimiento del tema que voy a desarrollar.

Pero si me seguís desde sitios alejados de los grandes centros urbanos, más específicamente de zonas rurales, con seguridad me vas a entender enseguida.

Hoy te quiero hablar de las pollas.

No de las de Palermo o San Isidro.

Me refiero a las pollas de potrillos, tanto de puros como de cuartos de millas que se corren en los diferentes hipódromos del país.

Si no las conocés, te cuento.

Son carreras muy particulares.

En principio porque están concertadas para una fecha definida, en general, cuando los caballos tienen dos años o tres recién cumplidos.

Se corren en tiros cortos de 400 a 800 metros.

Pero lo que las hacen especiales son dos características.

La primera es que hay que reservar la gatera con mucho tiempo de anticipación.

Y cuando me refiero a reservar, significa que hay que depositar la mitad de la inscripción.

La segunda, que se corren un fin de semana las clasificatorias y el fin de semana siguiente la final.

¿Cuál es el problema entonces?

Por desgracia no es uno solo, sino varios.

Comienzo a detallar a continuación.

En primer lugar, hasta los cuatro o cinco años, dependiendo la raza, los huesos del esqueleto no están totalmente cerrados.

Ello quiere decir, que el animal está en crecimiento y no apto para soportar aún esas exigencias.

En segundo término, deben correr, en caso de quedar clasificados, dos carreras muy extenuantes, en menos de siete días, con todo lo que ello conlleva.

El tercer punto, al tener que reservar la gatera, y debido a que si no participan, pierden la postura, los animales están obligados a correr aun si no se encuentran aptos.

Es más, pasa a menudo, que compiten muy bien en las clasificatorias, pero fracasan de manera estrepitosa en la final.

Todo ello sin contar el uso y abuso de sustancias medicamentosas para que “LLEGUEN” a esa polla.

Después nada importa.

No han sido poco los casos de potrillos en los cuales se tenían depositadas grandes esperanzas, ya sea por pedigree o físico, que luego de participar en estas carreras desaparecen para siempre.

Es tan considerable el esfuerzo que se “achican”.

Es que no solo el físico se está desarrollando, sino también la mente en este período.

Y luego de estas exigencias el animal queda exhausto, no solo del cuerpo sino del espíritu.

¿Esto quiere decir que no hay caballos precoces?

No, para nada.

Pero si, que este tipo de competencias, muy arraigadas en el folklore hípico deberían ser revisadas y darles una vuelta de rosca.

Quizás, estirar a tres semanas el descanso entre clasificatoria y final sea una opción.

O que la seña sea de un monto menor al inicio, con dos refuerzos a medida que se acerca la fecha de correr.

De esta manera, si un animal no llega, el propietario no lo siente tanto, y puede retirarse sin exponer a su pupilo.

Y en tercer lugar, instaurar algún tipo de control médico en los participantes antes y después de cada competencia a fin de evaluar su aptitud para competir.

Si el tema te interesó, y tenés dudas con respecto a tu parejero, te dejo aquí mi enlace a Calendly, para que puedas reservar una cita virtual, y, por una parte, del precio de la consulta presencial evacuar tus dudas.

Como siempre, estoy a tu disposición.

Abrazo.

Abel F. Bacigalupe 

Especialista en Educación Universitaria con Orientación en Ciencias Biológicas y Veterinarias