Tengo un Pegaso en mi establo, ¡Y NO LO SABÍA!


Si a vos te gustan los caballos como a mí, estarás al tanto de que es un Pegaso.

Si no es el caso, te lo describo para que te des una idea.

Un Pegaso es un ser mitológico de la antigua Grecia. ¡Era un caballo… Con ALAS!

Pero no era uno cualquiera, era hijo de Medusa, y nació junto a su hermano Crisaor, cuando Perseo le cortó a ésta la cabeza. Se cuenta que era indomable, y además, brotaba el agua por donde él pasaba.

Ahora, vos estarás pensando, “Muy lindo el cuentito, pero yo no tengo ningún Pegaso. Apenas si mi caballito me lleva y me trae

¿Y te parece poco? 

¡Que sentís cuando te subís a tu pingo, y vas manso al tranco, como si fueras flotando! ¡Si te dejas llevar, y vas con la mente en blanco, sentirías que estas volando! 

Y si en vez de al paso, te gusta ir al trote, podés sentir la cadencia del mismo, con leves bamboleos hacia un lado y hacia el otro, permitiéndote ver más a lejos, a la distancia, oteando el horizonte. 

¡Ni hablar cuando vas al galopito, manso, tranquilo por lo orilla, o recorriendo los potreros, con la brisa en la cara, el aire con olorcito a campo, tierra y agua, y esa confianza que te da el sentirte uno solo con tu caballo!

¿Quizás, lo tenés en un club de equitación, y lo tuyo es el salto, el adiestramiento o la prueba completa? ¿Me decís que no te sentís en el aire, cuando pasas tus primeros 80 cm, los 90cm y ni que hablar cuando llegas al metro? No tiene alas cuando vas al trote alargado, espalda adentro o haciendo Piafe? No le crecen alas cuando te acercás a un obstáculo, que parece imposible, y de la nada te elevas y lo pasás raspando por poquito?

Quizás, no lo montes a tu caballo, sino que lo conducís, pues lo tuyo es el trote, y sos el Driver. ¿No vas volando bajito, casi al ras del piso con tu caballo alado por delante, abriendo paso entre el resto de los competidores?

También me apodes decir que no, vos no montás porque lo tuyo son las carreras de lonja, tanto oficiales como cuadreras. 

Me vas a decir que en los metros finales de esa carrera apretada, vos ¿no vas literalmente arriba de tu caballo, haciendo fuerza junto al jockey para cruzar la meta primero?. 

¿Realmente no estás flotando en el aire, cuando estas en la redonda recibiendo el primer premio, junto a familiares y amigos, y sos ovacionado por toda la afición?

Ni hablar de los petisos escueleros, o los nobles caballos de los centros de equinoterapia. 

Allí si que es innegable que le ponen pies, alas y por sobre todas las cosas, una enorme sonrisa a todas esa personas impedidas de moverse por diferentes motivos, pero que arriba del tungo, se olvidan de todo, y pareciera que los caballo los complementan, fundiendo en un solo ser, como ese otro ser mitológico como era el centauro.

Allí SI que le crecen ALAS a nuestros caballos, que les permiten dar todo de sí y hacer todo lo que les pedimos.

¿Y qué piden a cambio? La verdad bastante poco para sentirnos casi dioses del Olimpo, solo una buena cama, comida y agua en calidad y cantidad abundante, limpieza, orden buen trato y por sobre todas las cosas cariño. Bastante poco por todo lo que dan de vuelta.

Ahora, ¿Aún crees que tu caballo NO es un Pegaso?

¡Ojalá puedas, a partir de hoy, mirarlo con otros ojos, y darle todo lo que se merece y más!

Espero que estos consejos te sean de utilidad.

Recientemente he publicado en Hotmart mi segundo libro «Hoy está bien, mañana..?» podés descargarlo AQUÍ.

Un saludo y hasta la próxima.

Esp. Abel F. Bacigalupe

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